viernes, 23 de enero de 2009
Caballeros japoneses.
En este librito hay un poema precioso, el credo del samurai. Olvidémonos que todos estos japoneses son homosexuales. Mejor pensemos en si una raza de ratas como la japonesa puede progresar tanto, al punto de producir guerreros poetas, ¿cuánto más puede desarrollarse un hombre y un país decentes, si es eso posible? La esperanza, entonces, de un mundo y una existencia mejor, son absolutamente factibles: porque allí están los japoneses como prueba.
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